Stefano es una novela corta de la escritora argentina María Teresa Andruetto que relata el viaje —y el naufragio— de Italia a Argentina de un adolescente que busca escapar del hambre y la guerra. Después de ser rescatado y encontrarse con uno de sus compañeros de viaje, Stefano debe adaptarse a esa nueva cultura que lo recibe. En Argentina trabaja de peón en una finca por un tiempo, hasta que termina por encontrar su propio camino, cuando aprende a tocar el saxo y se une a un circo como músico en la orquesta, donde toca para acompañar los números de los acróbatas.
La novela tiene una fuerte voz narrativa, que relata el viaje de migración de un héroe que podría repetirse en cualquier latitud y en cualquier tiempo. Aunque la autora se inspira en el viaje de su padre, en realidad relata el viaje de millones de héroes que han migrado y siguen haciéndolo en busca de mejores oportunidades. En Stefano el lector es testigo una vez más, así como se viene haciendo desde relatos como La Odisea, de cómo el eterno drama migratorio de la humanidad se convierte en literatura.
Pero, además de narrar una migración de un continente a otro, la novela cuenta también el viaje interno del héroe adolescente que realiza el paso definitivo a la adultez. En ese viaje interior Stefano encuentra un oficio (de trabajar como peón pasa a ser músico); tiene sus primeros encuentros sexuales y se enamora varias veces; también viaja en busca de su identidad: de ser un niño hambriento en Italia pasa a ser un náufrago, un migrante y finalmente encuentra una identidad en un nuevo país, sin soltar del todo sus orígenes.
Esa voz que narra al héroe y el viaje exterior e interior de vez en cuando se intercala con la voz del propio personaje, que se conecta con sus recuerdos más dolorosos, pero al tiempo hermosos, de la infancia. En esos párrafos Stefano le da vida a la madre en el recuerdo, y esa madre se convierte en símbolo de su infancia, pero también de esa cultura italiana que al pasar del tiempo va perdiendo definitivamente. Pero esta voz, además de estar conectada con el pasado, establece un vínculo con el futuro, pues le habla a su compañera de vida, Ema, a quien encuentra al final de las páginas del libro.
El lenguaje, tan característico de las obras de Andruetto, es sutil y preciso, abunda en imágenes poéticas, profundas y conmovedoras. También permite al lector encontrarse con personajes hábilmente construidos y caracterizados, que se quedan en la memoria y tocan las fibras más profundas. Es el caso de la madre que, aunque solo la vemos en el recuerdo, se convierte en una presencia fuerte y determinante para el camino del héroe; es también el caso de Tersa, la amante acróbata de Stefano, una mujer que le enseña las artes amatorias, lo cuida y lo “rescata” después de enterarse de la muerte de su madre.
En palabras de la propia autora: “Si un libro es un modo de conocer, una manera de penetrar en el mundo y buscar el sitio que nos corresponde en él, Stefano me permitió recuperar la sensación de hambre, desarraigo, extrañamiento, de hombres y mujeres que un día se marchan de su tierra, en busca de una vida mejor”.