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Por qué son escasas las fieras (una introducción a la ecología)

POR Christian Rincón • 03 septiembre 2025

5 minutos

Autor: Paul Colinvaux | 185 págs. | Ediciones Orbis | 1978

Importa qué materias usamos para pensar otras materias; importa qué historias contamos para contar otras historias; importa qué nudos anudan nudos, qué pensamientos piensan pensamientos, qué descripciones describen descripciones, qué lazos enlazan lazos. Importa qué historias crean mundos, qué mundos crean historias.

––D. Haraway.

Paul Colinvaux fue uno de los ecologistas e investigadores naturales más importantes del siglo xx y en este libro, Por qué son escasas las fieras, nos introduce a la ecología de una manera precisa y creativa. Aunque el libro es de 1978, no deja de asombrar la actualidad de sus elementos y la forma como estos nos siguen interpelando.

El libro comienza ubicando a las especies en cada uno de sus ambientes, explicando la interacción constante entre el espacio y los cuerpos y la infinidad de recursos biológicos que tienen los animales para crear un hogar en las condiciones más variables. La pregunta que atraviesa el libro (¿por qué son escasos los grandes animales feroces?) se comienza a desenvolver en este contexto, pues es fundamental entender la eficiencia de la vida y cómo el grupo de árboles y plantas ayudan a sostener una red inmensa de vida que acoge, oculta o muestra a sus integrantes. En ese sentido, el autor hace mucho énfasis en la descripción de lugares, el sistema oceánico, la regulación del aire y la coexistencia y colaboración entre las especies.

El libro llega a un punto en el que explica cuál es la función de los animales cazadores, cuales son las demandas del espacio en el que habitan cada uno de los seres vivos y cómo se estabiliza la naturaleza a partir de unas reglas que se han trazado durante miles de millones de años hasta conformar una comunidad vida y compleja que no deja de expandirse. Por esta razón, el ser humano se encuentra ubicado en un punto nodal en el que tiene la capacidad de alterar, interceptar o propiciar otro tipo de agenciamientos orgánicos para recomponer los daños hechos y posibilitar nuevas interacciones, nuevos espacios, es decir, nuevas especies. O dicho en palabras de Donna Haraway, ser capaces de nuevas respons/habilidades (respuestas creativas frente al cambio climático) y comenzar a restaurar parte de ese tejido que, como especie, hemos venido accidentando.

Tal vez en eso radica la importancia de este libro, pues nos va construyendo una noción mucho más amplia de la ecología, de los espacios y de la vida en la que el ser humano puede participar de manera creativa y articuladora, componiendo el paisaje de una manera que no necesariamente sea mortífera ni amenazante, pues tal como el autor lo sostiene durante los capítulos, tenemos hoy más que nunca la necesidad de volver a pensar los lugares que habitamos y los seres con quienes deseamos/dependemos para hacerlo.

Christian Rincón
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Había un tribu

POR Reseña • 03 septiembre 2025

3 minutos

Autor: Smith Lane | 40 págs. | Óceano Travesía | 2016

Había una tribu es un viaje que nos narra, a un ritmo entrecortado, el camino para encontrar el lugar al que se pertenece. Un pequeño personaje, de vestido y zapatos de hojas verdes, inicia su recorrido desde sentimientos de nostalgia y en medio de montañas azules para atravesar océanos congelados y danzar con pingüinos, nadar con medusas, viajar con ballenas o volar con cuervos traviesos y ser abandonado entre paisajes áridos, hasta encontrarse así en medio de la fiesta sonora de la selva. Es un personaje que empatiza con el otro, se adapta, se mimetiza, aprende y comparte para partir al no ser reconocido.

En el deseo profundo de encontrar a sus iguales, este niño nos permite disfrutar de una riqueza visual donde prevalecen las texturas, los trazos finos, las degradaciones hacia los blancos y las sobreposiciones de planos; se navega al ritmo del color, entre el frio y la profundidad del azul, los cálidos y bulliciosos amarillos y verdes que abren paso a un camino de conchas pasteles que lo llevan a encontrar una tribu de niños, niños iguales a él. Dejando atrás rebaños, colonias y ejércitos de aves, animales salvajes y marinos que se mueven y bailan, este niño llega para compartir y enseñar a sus iguales lo aprendido en el viaje, lo aprendido de los otros.

Lane Smith, autor ilustrador, ganador de la medalla Caldecot Honor 2012, nos entrega un libro exquisito, sumado a su amplia obra llena de color y texturas, de juegos sutiles que nos muestran, una vez más, cómo la inquietud del alma nos lleva al encuentro con el otro, a comprender el mundo que nos rodea en medio de una poética precisa, de silencios y abismos que reflejan el espíritu y el deseo del alma. Lane nos regala un libro donde se baila, se descansa y se descubre; un libro merecedor de la medalla Kathe Greenaway en 2017.

El libro fue editado por Océano Travesía en un formato apaisado, trabajado en viñetas que nos brindan una secuencia narrativa rítmica, imprecisa y sorpresiva, llena de texturas delicadas y destellos luminosos que avivan el alma.

Reseña
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Magdalena. Historias de Colombia

POR Claudia Morales • 03 septiembre 2025

3 minutos

Autor: Wade Davis | 480 págs. | Planeta | 2021

El prefacio de Magdalena. Historias de Colombia, parece un cuento de amor y no una investigación. Cuesta entender cómo es que un adolescente canadiense de catorce años llamado Wade Davis se enamora perdidamente de nuestro país ––desde entonces–– y mantiene viva esa llama hasta hoy, cuando él ya cumplió sesenta y ocho años. Dice Frédéric Beigbeder que “el amor dura tres años”, pero esa premisa no parece funcionar en este extraordinario matrimonio entre un hombre y un país llamado Colombia.

El libro de Wade Davis es necesario, está bellamente escrito, es poético y crudo, amoroso y real, y sólo es posible lograr esas cualidades porque hay una conexión humana inquebrantable con esa cremallera de agua llamada río Magdalena y porque está bien sustentado con datos desde la llegada de Rodrigo de Bastidas a las costas de América del Sur en 1501 hasta nuestros días.

El antropólogo recorrió el río desde el nacimiento hasta la desembocadura y en ese camino se acercó, nos acercó, a la economía de Colombia, la riqueza de la tierra, las cualidades de nuestros ecosistemas, el surgimiento de las autodefensas y las guerrillas, el conflicto armado que él muy bien relaciona con la maldición del narcotráfico, la corrupción, la pobreza y la resiliencia de los pueblos.

Escribir así, por ejemplo, sobre los frailejones, es poesía: “Coronados por flores de un amarillo intenso que brotan de una roseta de hojas plateadas, largas y velludas, los frailejones parecen plantas sacadas de los cuentos de hadas… de lejos podrían confundirse con la silueta de un hombre, un fraile vagabundo que errara de manera incesante por entre los remolinos de nubes y niebla”.

Escribir así, por ejemplo, sobre el problema de las drogas ilícitas, es realista: “Hoy día, los esfuerzos por erradicar la coca y obstaculizar la comercialización de sus hojas, son impulsados por la presión del mismo país cuyo consumo de cocaína ha hecho posible el negocio ilícito que ha sido la principal fuente de las desgracias colombianas en los últimos cincuenta años”.

Escribir así, por ejemplo, sobre la relación de los humanos con el planeta, es hermoso: “Los arahuacos no distinguen entre el agua que está en nuestro cuerpo y el agua que existe fuera de él. ‘La sangre que fluye en nuestras venas’, me dijo alguna vez una joven mujer, ‘no es distinta del agua que fluye a través de las arterias de la vida, los ríos de la Tierra’”.

Vale la pena navegar junto con Wade Davis y los protagonistas de este relato de amor sobre el Magdalena que, como el amor mismo, tiene esquinas de pasión y otras de oscuridad. Y más vale hacernos una pregunta que surge gracias al final del epílogo: ¿seguiremos dándole la espalda al río que nos dio la vida?

Al terminar el libro, sigue siendo incomprensible el enamoramiento del investigador canadiense con el país. Tal vez Davis tiene en su ser algo que nos falta a los colombianos: las certezas del pasado para creer en el futuro.

Claudia Morales
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H2O una biografía del agua

POR Christian Rincón • 03 septiembre 2025

3 minutos

Autor: Christian Rincón | 476 págs. | Turner | 1999

En cada principio, siempre el agua y la pregunta por la forma en la que está organizada la vida. Así Ball recorre desde las comprensiones químicas y físicas del agua hasta las narrativas religiosas y culturales que se han aproximado a este líquido desde diversas tradiciones. En este libro descubrimos no sólo la composición narrativa y biológica del agua, sus particularidades en el espacio (cada espacio) y su responsabilidad en la transformación del planeta y de las especies, sino también las implicaciones históricas y políticas de los elementos.

El libro abre con una pequeña introducción en la que nos recuerda cómo el oxígeno y el hidrógeno componen una molécula que se encuentra en la Tierra, simultáneamente, en los tres estados: sólido, líquido y gaseoso. A partir de este dato, comienza a desplegar toda una genealogía del agua, en la que primero, siendo vapor, formó parte de la atmósfera junto al anhídrido carbónico y al nitrógeno, y como luego, durante el periodo de enfriamiento y  formación del planeta, la temperatura bajó lo suficiente como para que el vapor de agua se condensara y un enorme océano se desplomara del cielo, creando así la superficie acuática que conocemos.

Es importante destacar que la propuesta de Ball no es solo de divulgación científica, sino que va trenzando los discursos culturales que se han elaborado alrededor del agua con las narrativas biológicas, y va demostrando cómo ambas posiciones se van complejizando mutuamente. Por ejemplo, en el capítulo tres, sobre las reservas de granizo, comienza con un epígrafe del poeta W. B. Yeats: vi de repente el cielo tan frío y deliciosamente moteado/ que parecía que el hielo ardía, pero sólo era más hielo. Y comienza diciendo que no toda el agua del planeta fluye. Las nubes son estructuras de agua y vapor que tienen “una vida tan corta como la de un insecto” (88). En ese mismo capítulo, y para ilustrar esta conversación discursiva que atraviesa todo el libro, el autor nos cuenta que en China se atribuía al agua, tal y como cae del cielo, una tendencia de movimiento “hacia abajo”, en contraste con el movimiento “hacia arriba” del fuego. “El agua es aquello que se infiltra y desciende” cita Ball de Tung Chung-Shu.

Por lo demás, H2O una biografía del agua va recorriendo distintos momentos del agua en la trama cultural y biológica y las formas en las que estas se van implicando para dar cuenta del fenómeno global y las problemáticas contemporáneas. Trata las reservas de agua, el funcionamiento interno de las células, el agua como recurso, y lo que se deriva de ello: organización y disputa del espacio, las guerras del agua, un sinfín de ángulos. Capítulo tras capítulo comenzamos a entender la arquitectura social y química del agua, las alianzas que ha establecido a través de la historia y sus posibilidades en el mundo actual, sus desafíos y problemas, que a fin de cuentas, son nuestros desafíos y nuestros problemas.

Christian Rincón
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El río. Exploraciones y descubrimientos en la selva amazónica

POR Andrés Castaño • 21 abril 2025

Autor: Wade Davis | 648 págs. | Fondo de Cultura Económica y El Áncora Editores | 2015

La psicodelia, la nueva era, las plantas sagradas, la expansión de la conciencia, el LSD y sus geometrías vivaces que cambiaron el mundo, tienen que ver tanto o más con el trabajo del etnobotánico Richard Evans Schultes que con el rock and roll. El profesor Schultes viajó en los años cuarenta del siglo XX por la selva amazónica y estudió los pueblos indígenas, sus costumbres y rituales a partir de las plantas, los ríos que surcaban a estos pueblos y la flora que los dotaba de una sabiduría única sobre la naturaleza. En ese primer viaje, Schultes no solo se adentra en los secretos de las comunidades que lo reciben con afecto y confianza, sino que también describe una Colombia particular, tanto urbana como rural, en la que su trabajo es visto con curiosidad y también con falta de entendimiento. Parte de lo que el mundo moderno conoce de las plantas medicinales empieza en ese inmenso viaje de Schultes. Mientras el mundo apretaba los puños en una segunda guerra mundial, Schultes exploraba desde México hacia el sur el peyote, el ololiuqui, los hongos, la ayahuasca y la coca. Sus investigaciones fueron el fundamento y la motivación de lo que sería más adelante, en los años 60, la era psicodélica, y un apoyo probatorio y conceptual invaluable al trabajo de personajes como Timothy Leary y Albert Hoffman. En este libro está contada en clave de crónica etnocientífica la historia del LSD, una sustancia que cambió para siempre la percepción de la mente y la realidad. Como se ve en el libro, esto fue resultado de casualidades, de científicos desesperados y del trabajo inicial de Schultes y su tenacidad para catalogar y analizar las muestras que recogía.

Justo en la década siguiente, en los años 70, Schultes envía a Colombia a dos de sus mejores alumnos, Tim Plowman y Wade Davis. Ellos van en una misión etnobotánica fascinante en la que acaban probando sustancias, toman muestras y conocen a los pueblos que encuentran en el camino y en el río. En ese viaje, Tim Plowman recolecta la mayor cantidad de muestras de la mata de coca, a la cual los indígenas llaman la hoja divina de la inmortalidad. Los dos compañeros hacen un recorrido profundo que revela un continente lleno de voces y rituales, de gentes y sabidurías ocultas en la profundidad de la selva. Este libro narra toda esa aventura guiado por la prodigiosa memoria de Wade Davis, quien no solo describe con precisión el nombre de las plantas y sus componentes, los lugares y sus gentes, los animales que van por el agua, la tierra y el aire, sino que también trae al presente los viajes de su maestro Schultes por todo el continente y su legado científico, que está ligado a la vida de muchas comunidades. Un libro que es muchos libros al mismo tiempo, porque narra como una novela de viaje las hazañas de tres científicos en las selvas, montañas y desiertos de América Latina en dos momentos diferentes del siglo XX, con un lenguaje de ciencia preciso; también, porque es una crónica clara y cercana de los pueblos indígenas andinos, mexicanos y norteamericanos y sus poderosos rituales; finalmente, porque es un diario íntimo de la vida de Wade Davis y su corazón atado a Colombia, al río y su mundo, al Hotel Rojo, al néctar del jaguar, a su compañero de viaje y a Pogo, el perro que los acompaña durante casi toda la travesía. Una lectura imperdible que siembra la potente magia de las plantas sagradas en el corazón del lector.

Andrés Castaño
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La memoria secreta de las hojas

POR Lisa Colorado • 21 abril 2025

3 minutos

Autor: Hope Jahren I 332 págs. | Paidós| 2016

Lab Girl, traducido al español como La memoria secreta de las hojas, es un libro de la norteamericana Hope Jahren (1969), bióloga, geoquímica y obstinada, también narradora, madre y amiga de raíces nórdicas, condición esencial presente en todo su relato y parte de los mecanismos culturales que enmarcan su reporte de sí misma. La portada de la edición en español promete una historia de árboles, amor y ciencia, lo que no le hace justicia a la amalgama de conversaciones que la autora teje a medida que avanza en su relato y en su vida.

El libro compromete una mirada femenina sobre los árboles desde su historia, su inmensidad y sus procesos; de amor a la ciencia, a la vida, a Bill, su asistente de investigación no académico, a las complicidades, a la pareja, a la maternidad y al acto desquiciado de montar y desmontar la vida como un objeto preciado que se lleva a distintos lugares. Un relato de pasión por la ciencia, la disciplina que significa y lo que implica ejercerla.

La autora nos presenta su vida como científica y nos retrata un medio predominantemente masculino. Nos habla de su funcionamiento, de las dinámicas de financiación, de los retos que supone y de la manera en que ella asume esos retos eclécticos y apenas imaginables. Su relato no se reduce a un tratado sobre la naturaleza o los sistemas ecológicos que cohabitan los árboles; no va de cuestiones enmarañadas o inaccesibles. Habla de su gusto por la literatura y va describiendo la vida, desde el lugar de quien lee en clave literaria.

Todo esto ocurre en tres partes: raíces y hojas, madera y nudos, flores y frutos. Es un texto que interpela de manera directa nuestra visión sobre la naturaleza, sin romantizarla ni plantear escenas distópicas. Además, nos permite acceder a dos ideas importantes: una, que no podemos proyectar lo que somos en los árboles. El impulso humano de comprender alguna cosa suele traducirse en términos de similitudes y comparaciones con nuestros rasgos, y esa forma de abordaje, aunque es práctica, resulta ineficiente y reduccionista. Renunciar a ese intento de identificación tal vez transforme nuestra mirada de la naturaleza.

La segunda idea: hemos limitado la existencia de la especia sapiens a la satisfacción de necesidades relacionadas con el alimento, la medicina y el aprovechamiento de materia prima (la madera, por ejemplo). Esta existencia, reducida y voraz al mismo tiempo, ha devastado nuestros ecosistemas.

Cito a Jahren en una conferencia sobre su libro en Barcelona: “esta obra trata de convencerte de que, saber algo de ciencia, pueda ayudarte a apreciar la literatura”.

Lisa Colorado
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Pero, ¿dónde está Ornicar?

POR Andrés Castaño • 21 abril 2025

24 minutos

Autor: Gérald Stehr y Willi Glasauer | 32 págs. | Ediciones Tecolote | 2001

Esta historia maravillosa fue escrita por el pintor y escritor Gérald Stehr, nacido en París en 1949, autor de múltiples guiones y obras de teatro. Las ilustraciones son de Willi Glasauer, nacido en Stribro, Bohemia, en 1938. Glasauer estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de Maguncia y luego se trasladó a Francia para trabajar como ilustrador.

Producto de la creación conjunta de estos dos artistas nace esta historia que cuenta el día de regreso a clases y la dificultad de la maestra de la escuela de animales cuando decide organizar a sus estudiantes de acuerdo con sus características físicas. Ornicar, un pequeño ornitorrinco que es nuevo en la clase, parece no encajar del todo en ninguno de los grupos.

La maestra descubre entonces nuevas formas de integrar a sus estudiantes según las habilidades que todos y cada uno poseen. El arte, los deportes y la música se convierten en oportunidades para que los alumnos participen y aporten desde sus peculiaridades.

De la mano de imágenes realistas y detalladas de los animales podemos encontrar en la historia una clasificación simplificada de los seres vivos. Las diversas características del ornitorrinco se convierten en el motivo para indagar acerca de la clasificación de los animales. Mamíferos que toman leche, reptiles que nacen de huevos, el pico de las aves y otras características son un aprendizaje que los más pequeños pueden adquirir de forma divertida con esta narración.

El libro ofrece también reflexiones profundas: es perfecto para comprender cómo todos nosotros desde nuestros conocimientos y habilidades podemos aportar a nuestro entorno. Es una hermosa invitación a la reflexión en los distintos contextos donde nos podemos encontrar personas con capacidades diversas. Las diferencias no se convierten ya en un punto de división, por el contrario, son una oportunidad para relacionarnos y acercarnos, para aprender y contribuir al otro desde las particularidades que cada uno posee.

Se trata, así, de un libro que recomiendo para maestras de educación inicial en clases de ciencias y biología que quieran hacer con sus pequeños científicos un acercamiento a la clasificación simplificada de los animales y al valor de la biodiversidad. También lo recomiendo para leer en familia y reflexionar acerca de las diferencias que podemos encontrar en nuestros distintos contextos. Esta historia nos permite a todos los miembros de la familia, sin distinción de edad, hacer paralelos con nuestros entornos cotidianos (escuela, trabajo, familia, amigos) y reflexionar cómo en ellos podemos encontrar personas con habilidades diversas que enriquecen el compartir del día a día.

Andrés Castaño
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El oso que no lo era

POR Ángela María Rodríguez • 21 abril 2025

3 MINUTOS

Autor: Frank Tashlin | 64 págs. | Alfaguara Infantil| 1946

El oso que no lo era fue escrito e ilustrado por Frank Tashlin, también animador y director de cine. Frank nació en 1913 en Weehawken, Nueva Jersey. Desde joven mostró un talento natural para el dibujo, lo que lo llevó a abandonar la escuela a temprana edad para dedicarse a trabajar. Escribió e ilustró tres libros: El oso que no lo era (1946), La zarigüeya que no lo hizo (1950) y El mundo que no es (1951), en los cuales mezcla elementos de humor con temas sociales y en defensa de los menos privilegiados.

El oso que no lo era es el más reconocido de sus tres libros. En él narra cómo, al percatarse de que el invierno ha llegado, el oso busca una cueva cómoda y calientita para hibernar hasta el regreso de la primavera. Sin embargo, al salir de la cueva, descubre que su bosque ha sido reemplazado por una enorme fábrica. Allí encuentra hombres que lo acusan de ser un hombre tonto, sin afeitar, con un abrigo de pieles y, ¡aún peor!, un hombre sin trabajar. Es entonces cuando empieza la lucha por mostrarle al oso que no lo es, y que es tan solo “un hombre tonto, sin afeitar y con un abrigo de pieles”.

La historia continúa y es triste ver cómo, sin más alternativas, el oso debe incorporarse a la fábrica como un trabajador más. Su vida cambia por completo a raíz de que ha perdido su hogar; en la trastienda, leemos esa degradación del bosque, hogar del oso, como una degradación también del propio hombre trabajador.

En nuestra historia, los osos han perdido su hábitat, aquel lugar donde pueden correr libres, dormir al aire libre, ver pasar las aves y sencillamente ser osos. Pero ahora, en una ciudad sin bosque, se convierten en animales de zoológico y circo, pierden su libertad y todavía peor, el oso de nuestra historia debe trabajar en la fábrica que le ha quitado su hogar.

Los más pequeños son sensibles a la naturaleza, no han atrofiado aún el cariño innato por los animales, por el misterio que significa descubrir la inmensidad de un hábitat tan pequeño como el patio de la escuela o el jardín de casa. Esta historia acompaña ese cariño y esa curiosidad al tiempo que hace una invitación a reflexionar acerca de cómo, con nuestras acciones, podemos impactar el habitad de otros seres vivos.

También, teniendo en cuenta que el libro habla de la presión de los líderes sobre el oso, esta historia es perfecta para reflexionar junto a adolescentes, quienes se encuentran en un momento crucial para el desarrollo del pensamiento crítico y cada vez están más expuestos a presiones sociales que intentan estandarizarlos.

Si bien este libro fue escrito en 1946, se adapta perfectamente a nuestra sociedad actual, donde aun cuando somos conscientes del daño que nuestras acciones diarias generan en la naturaleza, seguimos sin plantearnos nuevas posibilidades que disminuyan nuestro impacto medioambiental. Las nuevas generaciones, caracterizadas por su sensibilidad y apertura hacia la naturaleza, representan una oportunidad para el cambio, e historias como estas son perfectas para que padres y educadores fomentemos esa sensibilidad de forma creativa y divertida.

Ángela María Rodríguez
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Grávido río

POR Sergio Román • 21 abril 2025

3 MINUTOS

Autor: Ignacio Piedrahíta | 186 págs. | Editorial Eafit | 20219

Grávido río es un libro de viajes en forma de ensayo escrito por el geólogo antioqueño Ignacio Piedrahita. Teje dos historias de manera paralela: por un lado, el recorrido del autor durante dos meses por el curso del río Magdalena, empezando en San Agustín (Huila), muy cerca de su lugar de nacimiento, pasando por el desierto de la Tatacoa, luego por la desaparecida población de Armero, posteriormente por Puerto Berrío en la región del Magdalena medio, y terminando en el Banco y Mompox, departamento de Bolívar. Por el otro lado, una historia más larga y silenciosa, que abarca millones de años, en la que cuenta el devenir de las montañas, los ríos, las piedras y el ser humano. Este interés parece estar en el núcleo de toda su obra. Lo vemos expresado de manera sucinta en su poema Piedras parlantes:

Las piedras no gritan, hablan al oído.

Testigos de cataclismos, prefieren ahorrar palabras.

Se limitan a sugerir el primer aullido del tiempo,

el pliegue de la cordillera, el bostezo de la montaña.

Una caminata con destino al Alto de los Ídolos, en San Agustín, es la excusa para hablar de la caminata más importante de la historia, la que emprendieron nuestros antepasados desde África cuyo fruto fue la población del continente europeo y americano. Este es un rasgo fundamental del libro: el relato cotidiano, la experiencia subjetiva y sensorial del autor, la descripción intensa del territorio y sus indicios, se entrelaza con un conocimiento erudito de manera orgánica y por pasajes asombrosa.

Uno de los temas transversales en Grávido río es el aspecto afectivo inherente a todas las ciencias; la dimensión apasionada de la observación pretendidamente objetiva. Es gracias al conocimiento científico que el viajero logra relacionarse de una manera íntima con el territorio. Se habla de geología, geografía, de los astros, de historia, de filosofía e incluso de química, hasta el punto de que es posible considerarlo un libro de divulgación científica.

Desde el hilo conductor del viaje por el río Magdalena, Piedrahita es capaz de hacernos ver cómo cierta disposición del agua afecta de manera radical a sus pobladores. El caso de Armero es un buen ejemplo de esto: su mal posicionamiento con respecto al Nevado del Ruiz y al angosto río Chinchiná produjo su desaparición.

Es importante decir que las paradas del viaje no están pensadas de antemano, dependen de cierto capricho del autor. O mejor, la interacción del viajero con los distintos lugares y ambientes que visita lo animan a buscar la siguiente parada. En cada una de ellas el río proyecta el daño a los distintos ecosistemas producido por el ser humano. Ejemplo de esto son las ciénagas, que en general se han visto profundamente afectadas por la ganadería.  

Grávido río es un relato sobre el agua como elemento primigenio y fundacional de la vida en la Tierra. Piedrahita nos hace entender que una gota de agua es tan importante como todo el caudal de un río.

Sergio Román
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Antes del primer día

POR Jessica Fuentes • 21 abril 2025

3 MINUTOS

Autor: Juan Palomino | 32 págs. | SM Ediciones | 2017

Abrimos el libro y nos encontramos una doble página que representa el infinito, pequeños destellos que son estrellas. Es una invitación a entrar en el suspenso del amanecer, de la nada, el vacío, la inmovilidad. Antes del primer día nos lleva a cuatro puntos culmen de la narración donde se aclaran los destinos de los personaje.

Primero nos encontramos ante Tepeu, Gucumatz y Corazón del cielo, quienes se presentan como los creadores del mundo: “que se llene el vacío, que esta agua se retire, que surja la tierra”. Con estas palabras crecen las montañas y la tierra, los bosques y las selvas, pero en ellos nace el silencio, así que los dioses deciden crear a los animales. Estos, al no poder nombrar a los dioses para agradecerles, pues sus palabras no tenían forma, son condenados a ser comida unos de otros. Luego los dioses crean otros seres de barro y tierra, sin fuerza ni movimiento, con la vista y el pensamiento velados, así que deciden deshacer su obra. En un tercer intento, los dioses labran la madera y crean seres buenos, que hablan y se multiplican. Pero estos no tenían corazón, ni la memoria de sus creadores, eran rostros de máscaras y usaban sus manos para caminar. Los dioses acaban con ellos y quedan los monos, sus descendientes ahora.

Ya cerca de la madrugada, los animales que traen el alimento mostraron el maíz amarillo y blanco. Los dioses molieron las mazorcas y con la masa crearon cuatro hombres. “Maíz fue lo que entró en la carne del hombre. Esa fue su sangre”. Estos reconocieron y agradecieron a sus padres y los dioses se preguntaron si serán dioses como ellos. Corazón del cielo echa “vaho sobre sus ojos que como espejos son empañados para siempre”, solo podrían ver lo que había donde ellos estaban, “solo fue clara la superficie de las cosas para ellos. Y para nosotros que somos hombres de maíz”, y así los dioses echaron a andar el tiempo.

Este relato, basado en el mito maya sobre la creación del mundo escrito en el libro Popol Vuh y reescrito e ilustrado por Juan Palomino, fue ganador del Premio internacional de ilustración Feria de Bolonia Fundación SM 2016. Juan nos obsequia ilustraciones creadas a partir de manchas de color y con personajes alargados. Nos entrega una paleta de color terrosa que contrasta con azules y verdes. Claro oscuros que fluyen, dan movimiento con formas orgánicas y texturas que enriquecen en detalle. Un libro lleno de imágenes sonoras que retumban en los oídos con sonidos de la naturaleza y con destellos luminosos que engrandecen el acto de la creación y acentúan también el acto vital dentro de la narración.

Este es un libro sobre el nacimiento y la vida, sobre la palabra como nacimiento y la detención del tiempo para la creación. Sobre los intentos, la desintegración, la vida animal y la limitación humana. Una narración que va más allá de la tradición y nos muestra una cosmogonía, un modo de ver, de concebir el mundo y sus ideas y nos suspende en un tiempo, nos sustrae en nuestro tiempo. Nos regala la oportunidad de pensar que la naturaleza estuvo antes que nosotros los humanos, de pensarnos como seres hechos del maíz. Luego cierra, nuevamente, en la oscuridad del infinito, para volver a comenzar.

Jessica Fuentes