Reseña

El oso que no lo era

POR Ángela María Rodríguez • 21 abril 2025

3 MINUTOS

Autor: Frank Tashlin | 64 págs. | Alfaguara Infantil| 1946

El oso que no lo era fue escrito e ilustrado por Frank Tashlin, también animador y director de cine. Frank nació en 1913 en Weehawken, Nueva Jersey. Desde joven mostró un talento natural para el dibujo, lo que lo llevó a abandonar la escuela a temprana edad para dedicarse a trabajar. Escribió e ilustró tres libros: El oso que no lo era (1946), La zarigüeya que no lo hizo (1950) y El mundo que no es (1951), en los cuales mezcla elementos de humor con temas sociales y en defensa de los menos privilegiados.

El oso que no lo era es el más reconocido de sus tres libros. En él narra cómo, al percatarse de que el invierno ha llegado, el oso busca una cueva cómoda y calientita para hibernar hasta el regreso de la primavera. Sin embargo, al salir de la cueva, descubre que su bosque ha sido reemplazado por una enorme fábrica. Allí encuentra hombres que lo acusan de ser un hombre tonto, sin afeitar, con un abrigo de pieles y, ¡aún peor!, un hombre sin trabajar. Es entonces cuando empieza la lucha por mostrarle al oso que no lo es, y que es tan solo “un hombre tonto, sin afeitar y con un abrigo de pieles”.

La historia continúa y es triste ver cómo, sin más alternativas, el oso debe incorporarse a la fábrica como un trabajador más. Su vida cambia por completo a raíz de que ha perdido su hogar; en la trastienda, leemos esa degradación del bosque, hogar del oso, como una degradación también del propio hombre trabajador.

En nuestra historia, los osos han perdido su hábitat, aquel lugar donde pueden correr libres, dormir al aire libre, ver pasar las aves y sencillamente ser osos. Pero ahora, en una ciudad sin bosque, se convierten en animales de zoológico y circo, pierden su libertad y todavía peor, el oso de nuestra historia debe trabajar en la fábrica que le ha quitado su hogar.

Los más pequeños son sensibles a la naturaleza, no han atrofiado aún el cariño innato por los animales, por el misterio que significa descubrir la inmensidad de un hábitat tan pequeño como el patio de la escuela o el jardín de casa. Esta historia acompaña ese cariño y esa curiosidad al tiempo que hace una invitación a reflexionar acerca de cómo, con nuestras acciones, podemos impactar el habitad de otros seres vivos.

También, teniendo en cuenta que el libro habla de la presión de los líderes sobre el oso, esta historia es perfecta para reflexionar junto a adolescentes, quienes se encuentran en un momento crucial para el desarrollo del pensamiento crítico y cada vez están más expuestos a presiones sociales que intentan estandarizarlos.

Si bien este libro fue escrito en 1946, se adapta perfectamente a nuestra sociedad actual, donde aun cuando somos conscientes del daño que nuestras acciones diarias generan en la naturaleza, seguimos sin plantearnos nuevas posibilidades que disminuyan nuestro impacto medioambiental. Las nuevas generaciones, caracterizadas por su sensibilidad y apertura hacia la naturaleza, representan una oportunidad para el cambio, e historias como estas son perfectas para que padres y educadores fomentemos esa sensibilidad de forma creativa y divertida.

Ángela María Rodríguez